Sonntag, Februar 13, 2005

Globalización y Barbarie


Entrevista efectuada en febrero de 2004


Con Tamara Sperat, una colaboradora

Por Sol Taubriz

ST: en una reciente entrevista (1) usted dice "somos los bárbaros de la globalización"... ¿puede ampliar más el concepto?...

JC: Se emplea el término "bárbaros", normalmente, para designar personas de costumbres violentas, gentes toscas, sin refinamiento, incapaces de apreciar la belleza, o simplemente bestiales. Sin embargo, cuando Ptolomeo u Aristóteles hablaban de "bárbaros", no le daban estos sentidos, ni esos hábitos se consideraban típicos de los pueblos llamados así. Para los antiguos griegos, bárbaros eran sencillamente personas que no se habían acostumbrado a vivir en ciudades, y tampoco adoptaban el modo de organización económica que requiere la vida de ciudad. La característica principal de este tipo de vida era la autosuficiencia. Es decir, ellos se abastecían, en todo lo necesario, con la naturaleza que los rodeaba o sus esfuerzos comunitarios.

ST:...bárbaros serían hoy, entonces, grupos como los de Bin Laden...

JC: ¡Claro!... o los zapatistas. O incluso la comunidad de Sai Baba. Qué decimos con esto: no se trata de grupos sociales antropológicamente retrasados: por el contrario, los verdaderos bárbaros, en todos los tiempos, suelen ser aquellos que están ofreciendo alternativas novedosas para una situación de crisis estructural del sistema, cíclicamente agobiado por una civilización determinada.

ST: Por ejemplo los bárbaros que derribaron al imperio romano...

JC: ¡Claro!... ¡Con ellos comenzó la historia de Occidente!... Los historiadores europeos gustan de decir que "la historia de Occidente comenzó con la epopeya de Maratón", refiriéndose a la heroica resistencia de Leónidas y sus trecientos, que permitió la derrota posterior de la invasión Persa. Se equivocan -en parte concientemente-: la historia de Occidente comenzó en realidad con la caída de Roma, en el siglo V.

ST: ¿Por qué dices "se equivocan concientemente"?

JC: Toda sociedad próspera necesita crearse un pasado prestigioso. Igual como los nuevos ricos corren a comprarse un título de nobleza (en Europa tenemos ejemplos claros, como los barones de Rotschild). Es más prestigioso descender de Grecia y Roma que de las hordas de Clodoveo, los teutones, los suavos... todavía están muy claras las imágenes bestiales que daban de ellos los aristocráticos romanos. Sin ir más lejos en la reciente película "Gladiator", se da la imagen de los romanos como si fuesen refinados tecnócratas del arte bélico, mientras se muestra a los germanos como peludos gigantes desharrapados, que combaten con rústicos troncos a modo de lanza en sus manos. Pero la verdad es diferente: ni los griegos ni los romanos se consideraban parte de Occidente: ellos amaban y eran hijos, en verdad, de la civilización Oriental, de la cual habían aprendido todo lo que consideraban bueno. Ellos se consideraban continuidad de Egipto, Babilonia y Persia. La prueba es que Alejandro Magno, una vez conquistado el trono del imperio persa, cambia sus vestidos inmediatamente por el estilo persa, y obliga a todos sus funcionarios a adoptar no sólo las vestiduras, sino los hábitos culturales y sociales de los persas, a quienes se consideraba representantes de una cultura superior. Otro signo en tal sentido es que los emperadores romanos, en la época de mayor refinamiento cultural del imperio, emigran a Bizancio, es decir a Turquía, lo cual era claramente considerado Oriente, e instalan allí el Centro del Imperio. Entonces, Occidente, tal como lo consideramos hoy, surge como referencia cultural recién cuando los bárbaros del centro-norte de Europa, junto a las islas británicas, comienzan a organizarse en ciudades. Es decir, hacia los siglos VII u VIII, bajo un sistema social novedoso, el feudalismo, y un eje cultural poderoso: el cristianismo. Tampoco es real que los romanos y griegos sean rubicundos, de ojos celestes, como nos los muestran hoy las películas norteamericanas. Eso es fruto del narcisismo germánico y anglosajón. Lo más probable es que tanto romanos como griegos fueran normalmente morenos, más bien bajos de estatura, del tipo que hoy son más o menos los italianos del sur.

ST: Entonces, los bárbaros de hoy serían todos los países que desde Europa llamamos "Tercer Mundo".

JC: En parte sí... no es tan simple. Más que los países, yo diría ciertos grupos sociales, organizados, deliberadamente o no, que sustentan proyectos de existencia alternativos, superadores al sistema ecológico-cultural vigente, que por su caducidad no permite seguir avanzando al desarrollo de la humanidad.

ST: ¿Y cuál sería ese sistema ecológico-cultural que está en crisis?

JC: El de considerar a la Tierra como un campo de batalla a disposición de los más criminales y audaces. A estos depredadores humanos, la civilización occidental llama "emprendedores" y "competentes". Sustenta para ello una concepción largamente modelada, a través del darwinismo, el malthusianismo y modernas teorías ecologistas, de acuerdo a las cuales se justifica la existencia de la injusticia y la depredación de la naturaleza -a la cual se llama "recursos", como si el universo hubiera sido hecho nada más que para sustentar al hombre-, se justifica, te digo, con malabarismos intelectuales que durante siglos han actuado sobre las conciencias con éxito. Esta concepción te muestra como natural que los pueblos sigan un ciclo evolutivo de: valor individual, laboriosidad=éxito económico; luego tales pueblos crecen, y se vuelven colonialistas; más tarde van desarrollando una alta tecnología que les permite dominar el mundo conocido. A esta concepción, que justifica el dominio de "los recursos", como les llaman ellos, por "los más aptos", debe oponerse otra concepción (siempre surgió en la historia); la de los bárbaros. Y es la que finalmente triunfa, porque si no el mundo mismo -que no se compone solamente por humanos- iría hacia su desaparición. Y no existe ninguna esencia vital que tenga como designio la autoeliminación. La naturaleza resiste. No solamente los humanos conscientes de la perversidad del modelo occidental, sino toda la naturaleza: los animales, los bosques, los mares, los ríos contaminados, las montañas, la atmósfera... están diciendo ¡Basta!, hoy. Nosotros, los bárbaros, somos la expresión intelectual, nada más, de esta inmensa reacción cósmica que va a echar abajo a toda esta calaña de criminales ecológicos encabezados por Bush, Aznar y ese payaso inglés que arrastró a su país al crimen con amedrentamiento ideológico y mentiras.

(1) Jordi Foix. Entrevista con Julio Carreras (h): "Somos los bárbaros de la globalización". http://carreras-h.galeon.com/entrev01.htm Otras notas: http://artycom.galeon.com



Luego de su publicación en Indymedia Barcelona, se recibió este comentario:

Dato erroneo
febo
creo que Julio confunde los hechos, cuando dice que Maraton fue batallada por Leonidas y sus trecientos. Son dos hechos diferentes. Por lo demas, muy interesante sus conceptos, lastima la brevedad.


Comienzo de Occidente
Julio
Tiene razón, Febo. 10 años separan la batalla de Maraton, donde las fuerzas griegas triunfaron sobre los persas comandadas por Milcíades, de la defensa de Las Termópilas por parte de Leónidas y sus trecientos. La intención de mi respuesta era sintetizar en aquél núcleo periódico el inicio del triunfo griego sobre los persas. Que luego completaría Alejandro Magno con la ocupación total del imperio oriental. Se me fue la mano en la síntesis, obviando numerosos datos en el medio. Le agradezco su aclaración.